jueves, 16 de abril de 2009

El subdesarrollo está en la mente...

Según publica The Guardian hoy, un turista austríaco se escandalizó porque la policía de Londres le obligó a borrar unas fotos que había tomado en un ómnibus y unas estaciones de metro...
Ahora dice que nunca va a volver a Londres, y además lo interesante es que ya se inició una investigación a nivel político para revisar la actuación de la policía Metropolitana.
(la que supuestamente cumplió con una reglamentación que impide tomar fotografías del transporte público)

¿Tanto lío porque le hicieron borrar un par de fotos?
Me pregunto qué habría dicho el austríaco y qué tipo de investigación se habría iniciado si le hubiera pasado lo mismo que a un turista uruguayo en México, que terminó siendo llevado en patrullero, retenido en una comisaría y finalmente sufriera un robo a manos de la policía, simplemente por sacar una foto... ;-)


Obviamente hay diferencias entre el primer mundo y el tercero.

Por un lado, la policía de Londres seguramente fue estricta pero también por lo que se dice actuó de forma totalmente correcta, simplemente tomando los datos del turista y haciendo que borrara sus fotos.
En cambio la policía de México decidió que lo que correspondía era registrar al turista, sermonearlo, subirlo a un patrullero, pasearlo por la ciudad, llevarlo a una comisaría, sugerir que debía pagar una coima para ser liberado y finalmente despojarlo de alguna pertenencia.


Sin embargo, me parece que además de la clarísima diferencia de actuación entre la policía de Londres y la de México (lo cual creo que es totalmente esperable, dada la reputación de una y otra), es interesante notar también la diferencia de actuación entre el turista austríaco y el uruguayo.

El austríaco se sintió poco menos que ultrajado por el hecho de que le borraran las fotos, salió a protestar y logró que su caso se discutiera en uno de los periódicos de circulación nacional del Reino Unido, mientras que el turista uruguayo de alguna forma está acostumbrado a los abusos del tercer mundo, por lo que a pesar de sufrir algo mucho peor que el austríaco, se limitó a comentarlo con familiares y amigos y publicarlo en su blog como un evento gracioso, obviamente sin esperar que tuviera la menor repercusión.

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